lunes, 30 de enero de 2012

LAS FASES DEL CAMBIO



Todos pasamos por las mismas etapas a la hora de realizar el cambio (Prochaska y DiClemente, 1982), las cuales son: precontemplación, contemplación, determinación, acción, mantenimiento y recaída. Una descripción coloquial de las diferentes fases del proceso podría ser:

Precontemplación: La persona no tiene todavía ni idea de que tiene un problema, y menos aún de que va a tener que intentar resolverlo. Como para ir a ver a un terapeuta. La persona sabe que tiene un problema, pero no es consciente de él.

Contemplación: Un importante avance. Ya sabe que tiene un problema, ya es consciente de él, pero se dice que está ambivalente: Considera y rechaza el cambio a la vez. Tan a la vez que tan pronto habla de las razones para cambiar como para quedarse como está.

Determinación: Un "fugaz" momento en el que se ilumina la bombillita y resuelve la ambivalencia por el lado del cambio. Se decide a hacer algo, que no es lo mismo que hacerlo de verdad.
Acción: Aquí ya está decidido a cambiar y da los pasos necesarios en esa dirección. Cuando la persona llega a la fase de acción y da los pasos para producir un cambio puede hacer dos cosas: Recaer o mantenerse. Estas son, obviamente, las dos fases que faltan.
Mantenimiento: Se esfuerza por no perder lo que ha conseguido en la fase de acción. Supone un trabajo considerable, porque la tarea fundamental es prevenir la recaída.
Recaída: Cuando no mantiene los logros conseguidos. ¿Qué pasa? Pues que se vuelve a iniciar la rueda, probablemente desde la fase de contemplación.
Brown (1997), explica en su modelo que las recaídas son una parte normal del proceso en el que una mujer puede separarse y regresar con su agresor en numerosas ocasiones como una manera de probarse a sí misma en condiciones de independencia. Este punto es importante ya que tanto el personal de salud como familiares de la mujer maltratada pueden sentirse frustrados(as) y negarle ayuda, si ella decide regresar con su pareja. Por otro lado Brown, ha notado que aún permaneciendo en la relación, la mujer puede lograr cambios, siempre y cuando reciba el apoyo necesario.

EL PAPEL DEL PERSONAL DE SALUD.

El presente programa tiene la finalidad de combatir la violencia intrafamiliar.
Este “Silencio Social” en el que pareciera haber un acuerdo tácito entre las mujeres violentadas y el resto de la sociedad para no hablar del tema, que se manifiesta en el ámbito de la salud de tres maneras:
1.- Que la paciente sea incapaz o reticente para pedir ayuda médica.
2.- Que le oculte información al personal de salud.
3.- Que el personal de salud no haga preguntas relacionadas con el problema.
La mujer maltratada no siempre logra emprender el camino a la recuperación por si misma, es necesario que el personal de salud comprenda la importancia de su intervención y rompa con el silencio social. Por otro lado, se pretende se reconozca el problema de la violencia como un problema de salud pública y que se den cuenta de que dichos espacios son ideales para la detección de estos casos, ya que tarde o
temprano las mujeres acuden a consulta por una u otra razón. Por otro lado, se busca que el registro adecuado de casos de violencia sirva para demostrar a las autoridades gubernamentales la magnitud del problema y que se tomen acciones al respecto. Por último, consideramos que el verdadero valor de la asistencia reside en el impacto que tendrá en la calidad de vida de las víctimas.

FACTORES QUE OBSTACULIZAN LA ATENCIÓN INTEGRAL DE LA VIOLENCIA INTRAFAMILIAR

 Desconocimiento de la violencia familiar como un grave problema de salud pública.
 No se le da la importancia que tiene en el sector salud en la detección, seguimiento, vigilancia y prevención de la violencia familiar.
 Sobre carga en la demanda en los servicios de salud por la escasez de tiempo para escuchar a la mujer.
 Temor de los prestadores de servicios de salud a ser confrontadas por los agresores y/o temor a declarar en instancias judiciales.


FACTORES QUE INFLUYEN PARA QUE UNA MUJER MALTRATADA NO ABANDONE A SU AGRESOR.



 Miedo a represalias, a no poder mantenerse ella y sus hijos e hijas, al que dirán.
 La etapa de arrepentimiento y promesas de cambio por las que pasa el hombre detiene a las mujeres, quienes aceptan las disculpas, promesas y regalos y pretenden creer que la situación va a cambiar. Sin embargo, las relaciones se alargan mientras la violencia tiende a ir en escalada y los abusos son cada vez más frecuentes. La mayoría de las mujeres, (hijos e hijas) aprenden a reconocer el patrón de conducta del agresor y tratan de utilizar varios mecanismos de ajuste para intentar prevenir el abuso o disminuir su intensidad. Sin embargo, el maltrato se da independientemente de lo que haga la mujer para impedirlo.
 Haber vivido en su núcleo familiar, violencia y pensar que es algo común y que pasa en todas las familias como algo normal.
 Asociar el afecto con la violencia como es el caso de aquella mujer que demostrando un trastorno de tipo depresivo, se le pregunta el motivo de su estado, respondiendo con aflicción lo siguiente: ¿Qué es lo que le pasa? Respuesta: Es que mi esposo ya no me quiere ¿Por qué dice eso? Es que ya no me pega ha de andar con otra.

El Síndrome de Estocolmo: Fenómeno por el cual se crea un vínculo, de “quedarse” con el agresor en la que Gram, Rawlings y Rimini (Yllo y Bograd, 1988) explican la permanencia de la mujer en la relación violenta, sugiriendo que algunas de las reacciones psicológicas de las mujeres maltratadas es el resultado de la experiencia de haber padecido abuso de manera similar a los rehenes. Se considera como una estrategia activa de supervivencia ante los riesgos que implicaría tratar de separarse (incremento de violencia e inclusive de riesgo de muerte). El Síndrome de Estocolmo es considerado una respuesta normal ante una situación anormal y se presenta siempre y cuando se den las siguientes cuatro condiciones:

 Se perciba una amenaza a la supervivencia física o psicológica y se crea firmemente que el abusador cumplirá con esa amenaza.
 La persona cautiva, dentro del contexto de terror, perciba la más mínima expresión de amabilidad de parte de su captor.
 Exista un aislamiento total de perspectivas que no sean las del abusador.
 Que la víctima perciba incapacidad para escapar.

La teoría explica que la víctima necesita afecto y protección. Sin embargo, al encontrarse aislada de los demás su única opción es el abusador. Si éste expresa la más mínima consideración, la victima niega su rabia ante el lado aterrorizador del atacante, ya que el sentimiento de rabia podría ser abrumador y crea un vínculo con su lado positivo. Con la esperanza que su agresor la deje vivir, la víctima se esfuerza por mantenerlo contento volviéndose hipersensible para detectar sus necesidades y estados de ánimo. A medida que va pasando, el tiempo, y con tanto esfuerzo para tratar de pensar y sentir como el atacante; la víctima, de manera inconsciente llega a sentir como suya la visión del mundo del antagonista. Sus necesidades, sentimientos y puntos de vista pasan a segundo plano, ya que interfieren con lo que debe hacer para sobrevivir. De esta manera, el agresor parece ser el “bueno” para la víctima y las personas que intentan ayudarla, como la familia, la policía, las y los terapeutas, pasan a ser “los malos” en su vida.
El grado de compenetración con el agresor es tal, que será difícil abandonarlo aunque se tenga la oportunidad. Después de todo, la victima ha negado el lado violento del abusador y su propia rabia, por lo que no ve razones para abandonarlo. Además, considerando el aislamiento en que se encuentran la mayoría de las victimas, el agresor se convierte en la única fuente de consuelo. En la dinámica de esta dependencia, existen dos mecanismos que dificultan la separación del agresor cuando la relación ha sido prolongada:
 Miedo de la victima a perder la única relación posible para ella.
 Miedo a perder la única identidad que le queda, es decir, ser vista a través de los ojos del agresor.

Estos miedos se expresan como miedo al abandono y a no saber quien se es, lo que se ve como una amenaza a la supervivencia psicológica.
Aún después de la separación, prevalecen sentimientos de que el agresor volverá para atraparla una vez más y de que existe el riesgo de que la mate. La víctima “liberada” vive temerosa de su supervivencia física y no se libera psicológicamente de su agresor, por lo que le es fiel durante mucho tiempo después de la separación, aun cuando aquél haya muerto.
Landenburger (1989), en una investigación realizada con mujeres que habían sido maltratadas, propone cuatro fases para describir el proceso de estar atrapada y recuperarse en una relación de abuso:

1. Fase de apego: Inicia al momento del desarrollo de la relación y el comienzo del abuso. Los aspectos positivos dominan los aspectos negativos, ya que la mujer tiene


el deseo y las expectativas de una relación de amor, familia etc. y todas las características de la pareja se ven bajo esta luz positiva. Las señales de alarma se pasan por alto, normalmente adjudicando los problemas a lo nuevo de la relación. La mujer se esmera en tener contenta a la pareja y siente que si logra hacer todo bien, los problemas desaparecerán. No piensa en los problemas de la pareja sino en lo que ella esta haciendo mal para provocar la violencia.

En algún momento de esta fase la mujer comienza a dudar de la normalidad de la situación y piensa en abandonar a la pareja, pero no hace planes para llevarlo a cabo. Es como si pensara que dejar a la pareja no depende de ella y sólo logra pensar que la relación terminará. Por otro lado, existe un conflicto constante entre los aspectos positivos de la relación y los pensamientos y sentimientos que la atormentan.
2. El aguante: Fase de resignación en la que la mujer siente que tiene que ajustarse al abuso. Se aprecian los buenos momentos y se bloquean los aspectos negativos. La víctima se centra en las posibles soluciones al abuso y no en el problema en si. Continúa pensando que ella es la responsable, además de que siente que le ha invertido tanto a la relación que quiere creer a su pareja cuando le dice que no volverá a pasar.

Al mismo tiempo, la pareja empieza a esforzarse por cubrir el abuso para así protegerse del estigma social. Por otro lado la mujer se preocupa, además por el bienestar del hombre que podría ser encarcelado o perder su trabajo. Así las cosas, se retrae cada vez más, desarrollando sentimientos de minusvalía y perdiendo la esperanza de que la situación mejore. Se siente atrapada en una relación que cree no poder dejar, con el miedo de quedarse y no sobrevivir; siente que si se queda, su pareja la matará o ella a él. Todo esto la puede estimular para pasar a otro nivel de conciencia de su situación.
3. El desapego: En esta etapa la mujer se empieza a identificar con otras mujeres en situación similar y ya puede darle nombre a lo que le ha estado pasando, tomando conciencia de que la violencia no es normal. Intenta buscar ayuda y encontrar gente que la apoye en vez de apoyarse en quienes la culpan o la cuestionan. Reconoce que le será difícil separarse, pero no ve los obstáculos como insuperables.

La mujer todavía permanece dividida: por un lado es fiel a su pareja, y por otro, piensa que debe abandonarlo si quiere sobrevivir. Comienza a creer que su vida no tiene sentido y que es mejor morirse a seguir así. Aparecen sentimientos de rabia hacia ella y su pareja, mezclándose con el miedo permanente. Es esta rabia la que le permitirá movilizarse y salir de la relación.
Una vez que se abandona la relación, la mujer experimenta sentimientos que pensó ya no existían. Vuelve a sentirse humana y sabe que es capaz de hacer lo que ella quiera. Sin embargo estos sentimientos positivos van y vienen.
No es fácil que una mujer víctima de violencia sobreviva por cuenta propia, se necesita trabajo, esfuerzo, reconocer el sufrimiento y la ayuda de los demás. El proceso de depender y creer en si misma puede tardar muchos años o nunca completarse. Puede regresar con su pareja una y otra vez, o puede seguir relacionada con su compañero por mucho tiempo, aún después de la separación. Su recuperación se dará cuando haya trabajado sus múltiples pérdidas y se haya librado de sus culpas y de la pérdida de su pareja.

4. La recuperación: Comprende desde el periodo de ajuste inicial hasta que la mujer recupera el equilibrio de su vida. La mujer se centra en las necesidades de comida, refugio y seguridad y debe aprender a no contar con su pareja. Al mismo tiempo, debe luchar constantemente contra las acusaciones de otras personas que la culpan por el fracaso de la relación y debe pasar por un periodo de duelo, mismo que se agudiza cuando hay hijos e hijas de por medio. En ocasiones, extraña los buenos momentos de su vida en pareja, sin embargo debe desprenderse de esa necesidad de cuidar a la pareja y concentrarse en ella misma.

El modelo anterior, demuestra la separación inmediata y definitiva, no siendo una opción real para muchas mujeres maltratadas.

ANTECEDENTES



Ante el aumento del número de accidentes en el hogar y el desconocimiento de cuántos de estos son producto de violencia intrafamiliar resulta de gran importancia el poder identificar aquellas señales más sutiles de la violencia doméstica, registrar estos casos y responder adecuadamente a las necesidades de las víctimas. Este es uno de los objetivos básicos en la atención a la violencia intrafamiliar, dado que es un problema delicado del que casi nadie habla, ni siquiera las víctimas y los profesionales de la salud resultan con impericia para poder identificar y manejar la problemática lo que nos lleva a pensar mejorar la capacitación en esta área tan hostil y conducirnos a la imperiosa necesidad en donde nuestras unidades médicas en consulta externa y urgencias sean clave para la prevención y control, siendo el sector salud, las únicas instituciones que tienen contacto con todas las mujeres en algún momento dado de la vida, más que tipificar la violencia domestica como un delito por el que se debe sancionar, resulta necesario el poder identificar el acto(s), motivo(s) la victima(s) y el o (los) agresor(es) a fin de dar una atención oportuna a la derechohabiencia.


Estudios realizados en América Latina y otras regiones del mundo han mostrado que la violencia doméstica es una amenaza importante contra la salud y el bienestar de las mujeres. Sin embargo, es básicamente a partir de la convención de Belém do Pará (Comité de América latina y el caribe para la defensa de los derechos de la mujer, 1994), que varios países latinoamericanos identificaron esta amenaza y han llevado a cabo acciones para tipificar la violencia domestica como un delito por el que se debe sancionar al agresor. En México, el Gobierno del Distrito Federal promulgo, en 1996, la ley de Asistencia y Prevención de la “Violencia Intrafamiliar”, mientras que el Gobierno Federal aprobó las reformas a los Códigos Civil y Penal de la Republica Mexicana en 1997. Estas acciones reconocen la violencia dentro de estas familias como un problema público y son un primer paso para su prevención y control. La violencia domestica es un problema delicado en el que casi nadie habla, ni siquiera las víctimas. Los servicios de salud son un punto clave para su prevención y control, siendo las únicas instituciones que tienen contacto con todas las mujeres en algún momento de su vida. Tan es así que a finales de 1997, el Director General de la “Organización Mundial de la Salud” (OMS) emitió una declaración en donde exhorta a que se capacite a los y las profesionales de la salud para que reconozcan las señales más sutiles de la violencia
doméstica, registren estos casos y respondan adecuadamente a las necesidades de las víctimas.
De acuerdo con la Organización de las Naciones Unidas (ONU), cada 18 segundos una mujer es maltratada en el mundo, mientras que en el Estado de México 54 de cada 100 mujeres son víctimas de algún tipo de violencia inflingida por su pareja (ENDIREH, 2006).
En Ciudad Nezahualcóyotl se encontró que 33% de 342 mujeres, alguna vez casadas o en unión libre de 15 años o mayores, había vivido una relación violenta; de las mujeres violentadas el 76% psicológicamente, 66% había sufrido violencia física y 21% sexual (Shrader y Valdez, 1992, en Heise et al., 1994).
En un estudio en el Sur de la Ciudad de México encontró que el 38.4% de 544 mujeres que vivían con su esposo o compañero, había sufrido algún tipo de violencia. El mismo estudio reporto que los actos y amenazas de violencia estaban significativamente asociados con el uso de alcohol y los celos por parte del hombre (Natera, Tiburcio y Villatoro, 1997). En el Estado de México al comparecer ante la Cámara de Diputados la titulad del DIF en el Estado reportó que en el 2008, 46mil 695 casos de maltrato (2009).
Las lesiones por accidentes son responsables de grandes pérdidas para la economía de los países, de descalabros importantes para los individuos lesionados en estos eventos y de serias amenazas para la vida familiar.
En México se otorgaron en el año 2000, más de tres millones de consultas por accidentes, el 43% de los accidentes en el ISSEMYM, corresponden a accidentes en el hogar. Los costos generados por la atención de los lesionados en accidentes repercuten negativamente en la economía.


El Artículo 4 constitucional otorga a toda persona el derecho a la protección de la salud. La fracción sexta, apartado “D” del Artículo 20 constitucional prevé que la victima de cualquier delito tiene, entre otros derechos, solicitar las medidas y providencias que prevea la ley para garantizar su seguridad y auxilio. El Plan Nacional de Desarrollo 1995-2000 señala el compromiso de lograr la cobertura universal de salud, avanzar en la equidad y en el mejoramiento de la calidad de los servicios, por lo que para el futuro, es necesario hacer cambios en el Instituto de Seguridad Social del Estado de México y Municipios, que facilite el trabajo en equipo multidiciplinario, responsable de ejercer
acciones congruentes que marquen las estrategias de cómo organizar programas de atención integral para personas que sufren de algún tipo de violencia intrafamiliar. Estos profesionales de la salud deben ser personas de diferentes disciplinas comprometidas con el desarrollo de los programas en materia de prevención y rehabilitación biopsicosocial, basados en el diagnostico integral que indique el tratamiento a realizar durante el proceso de rehabilitación buscando con esto una atención oportuna y adecuada, que favorezca su integración basada en el respeto y garantice el ejercicio de sus derechos e igualdad de oportunidades a los integrantes de la familia.
El ISSEMYM, cuenta con una población de derechohabientes de 910, 992 a Diciembre del 2008, de los cuales se han registrado un total de accidentes de 38,148; el 53% corresponden al sexo masculino y 47% al femenino, de estos 40% son accidentes que se presentan en el hogar lo que significa que continúa siendo la primera causa de presentación de accidentes por lugar de ocurrencia.
La literatura refiere que los grupos de riesgo de mayor impacto de sufrir violencia domestica es la mujer, los menores de cinco años y adultos mayores de 65 y más; de ahí la importancia de identificar la violencia intrafamiliar en la población derechohabiente de nuestro Instituto; disminuyendo así, las posibles consecuencias resultantes por sufrir accidentes, que hoy en día se sabe que el 82% corresponde a contusiones, luxaciones y heridas.

VIOLENCIA INTRAFAMILIAR
Violencia

“La Violencia, es un acto social y, en la mayoría de los casos, un comportamiento aprendido en un contexto perneado por inequidades sociales basadas en el género, la edad la raza etc., con imágenes de violencia y fuerza física como la manera prevaleciente de resolver conflictos” (Hoff, 1994, p.5).
La violencia es una conducta aprendida que surge a raíz de inequidades sociales, e implica el uso de la fuerza para causar un daño físico, sexual, psicológico o sexual a quien la recibe. Se plantea que puede ser un acto u omisión intencional, ya que esta dirigida a alguien con el objetivo de dominar o controlar a esta persona.

Sexo
Características genéticas, fisiológicas, biológicas y anatómicas que indican si una persona es hombre o mujer.

Género
Se refiere a los roles y responsabilidades determinadas socialmente. El género se relaciona con la manera en que somos percibidos y en cómo es esperado que pensemos y actuemos como hombres o como mujeres según el contexto social. El enfoque de género aborda específicamente las desigualdades de poder entre hombres y mujeres y distingue diversas formas de violencia entre ambos.

Violencia de género
Concepto básico para la comprensión de los actos de violencia que se ejercen contra las mujeres en diferentes ámbitos de su vida. Lo que la distingue de otras formas de violencia es que se refiere a todo el abuso que las mujeres y las niñas reciben por el simple hecho de pertenecer al sexo femenino.

Violencia contra la mujer
“Cualquier acto de fuerza física o verbal, coerción o privación que atenta contra la vida, dirigido hacia una mujer o una niña, que cause daño físico y psicológico, humillación o privación arbitraria de la libertad y que perpetúe la subordinación femenina” (Heise, Pitanguy y Germain, 1984).
En el caso especifico de la violencia contra la mujer, se propone que el abuso conlleva la intención de mantener el poder y control masculino, reforzando la subordinación femenina.
Violencia conyugal
“Es todo acto u omisión que tiene la intención de controlar y/o someter; y que resulte en daño de la integridad física, emocional, sexual o económica, utilizada contra las mujeres adolescentes o adultas por su pareja actual o anterior”.
(Ellsberg, Arcas, Montenegro, Norori y Quintanilla, 1998).

Violencia familiar
Por violencia familiar se entiende el “uso de la fuerza física o moral, así como las omisiones graves que de manera reiterada ejerza un miembro de la familia en contra de otro integrante de la misma, que atenta contra su integridad física, psíquica o ambas, independientemente de que pueda producir o no lesiones; siempre y cuando el agresor y agredido habiten en el mismo domicilio y exista una relación de parentesco, matrimonio o concubinato” (Diario oficial de la federación, 30 de Diciembre de 1997).

Violencia intrafamiliar
“Acto de poder u omisión recurrente, intencional y cíclico dirigido a dominar, someter, controlar o agredir física, verbal, psicoemocional o sexualmente a cualquier miembro de la familia dentro o fuera del domicilio familiar, que tenga alguna relación de parentesco por consanguinidad, tenga o lo hayan tenido por afinidad civil; matrimonio, concubinato o mantenga una relación de hecho y que tiene por efecto causar daño”, y que puede ser de cualquiera de las siguientes clases:

Maltrato físico. Todo acto de agresión intencional repetitivo, en el que se utilice alguna parte de el cuerpo, algún objeto, arma o sustancia para sujetar inmovilizar o causar daño a la integridad física de su contraparte, encaminado hacia su sometimiento y control.

Maltrato psicoemocional. El patrón de conducta consiste en actos u omisiones repetitivos, cuyas formas de expresión pueden ser prohibiciones, coacciones, condicionamientos, intimidaciones, amenazas actitudes devaluatorias, de abandono y que provoquen en quien las recibe, deterioro, disminución o afectación a la estructura de su personalidad.

Maltrato sexual. El patrón de conducta consiste en actos u omisiones repetitivos, cuyas formas de expresión pueden ser: “la negación de las necesidades sexoafectivas, la inducción a la realización de practicas sexuales no deseadas o que generen dolor, practicar la celotipia para el control, manipulación o dominio de la pareja y que generen daño…” (Diario oficial de la federación 9 de Julio ,1996).

El maltrato hacia la mujer en la relación de parejas, es una de las formas más comunes de violencia intrafamiliar junto con el maltrato que reciben niños, niñas, personas ancianas y discapacitadas.

Violencia doméstica
Es la relación existente entre violencia y desequilibrio de poder básicas para la comprensión de la violencia doméstica ya que implica la existencia de un “superior” y un “inferior” en la forma de roles complementarios: hombre/mujer, padre/hijo(a), maestro(a)/alumno(a), médico(a)/enfermero(a); es decir, la existencia de jerarquías en las relaciones interpersonales, fomenta el ejercicio de la violencia de una persona con mayor poder o fuerza, hacia otra persona con menor poder o fuerza. Por esto se considera que la violencia siempre es sinónimo de un abuso de poder. (Corsi, 1994).
Como en todo grupo humano, en la familia podemos encontrar intereses en común o diferencias, necesidades distintas entre cada uno de sus miembros; la familia no está exenta de pasar por dificultades y problemas de cualquier clase, como económicos, escolares, familiares o de malos entendidos, el conflicto es parte de las relaciones humanas, en nuestra sociedad prevalece una imagen idealizada de la familia, se le percibe como un núcleo básico e indivisible (madre, padre, hijos e hijas) que conviven en armonía y amor, imagen que contrasta con la realidad de un espacio en el que se expresa todo tipo de relación: amor, conflicto, colaboración, violación a los derechos humanos etc. La experiencia muestra que es justamente en el ámbito familiar donde se registra la mayor cantidad de eventos de violencia contra los niños y las niñas.
Heise (1998), menciona que “el dominio de los hombres sobre las mujeres es la base para cualquier teoría realista de la violencia”.
Heise, revisó muchos estudios empíricos para determinar qué variables están relacionadas a la violencia física y sexual contra la mujer, y concluyó que existen diversos factores de riesgo. A partir de esta información, utilizó un modelo ecológico que le permitió clasificar estos factores de riesgo como provenientes de cuatro niveles de influencia:
1. Factores de la Influencia Personal.

Entre los factores individuales que pueden aumentar la probabilidad de que un hombre sea violento están: haber presenciado situaciones de violencia domestica y/o haber padecido abuso de niño, ya sea física o sexualmente. Sin embargo, es importante aclarar que no todos los hombres que abusan de la mujer fueron testigos de agresiones ni fueron agredidos de niños. Una investigación realizada por Caesar (1988, Heise, 1998), encontró que 38% de los hombres violentos de su muestra, nunca estuvo expuesto a la violencia en la niñez; un posible tercer factor es haber tenido un padre
ausente o desdeñoso, pero su valor predictivo no es tan claro. En relación con las mujeres, el único factor de riesgo relacionado con ser victima de violencia de una pareja masculina, es el hecho de haber presenciado violencia entre los padres o tutores en la niñez.
2. Factores del Microsistema.

Para el hombre violento y su pareja, el microcosmos más inmediato es la familia, la cual generalmente es el lugar y el contexto de los episodios de abuso. Los factores de riesgo relacionados con este microsistema tienen que ver con la estructura de la familia tradicional – patriarcal, como el dominio masculino en la familia y el control de la riqueza familiar por parte de el hombre. Otras variables que aumentan el riesgo de la violencia, tienen que ver con los conflictos frecuentes en torno a la división de tareas, al consumo de alcohol por parte del marido y al hecho de que la mujer tenga una mayor escolaridad que el hombre. Esto parece confirmar que el riesgo de violencia tiene que ver con un desequilibrio en la estructura de poder de la familia. Además, existe una asociación entre el consumo de alcohol y la violencia física y sexual. Sin embargo, la forma en que el alcohol aumenta el riesgo de violencia no está clara, ya que no todos los hombres alcoholicos son violentos.
3. Factores del Ecosistema.

Los factores de riesgo en el ámbito de estructuras sociales son el desempleo o bajo nivel socioeconómico; el aislamiento de la mujer de amigos(as), vecinos(as) y de la familia; la asociación del agresor con delincuentes a quienes tiene que demostrar su capacidad de agresión sexual para que lo tengan en alta estima.
Aunque no esta claro, de que manera se relaciona el nivel socioeconómico bajo con el mayor riesgo de violencia: se piensa que la pobreza genera stress, frustración y un sentimiento de inadecuación en algunos hombres que no pueden cumplir con el papel de proveedores que se espera de ellos. Es posible que la pobreza sea generadora de desacuerdos matrimoniales y/o que dificulte que las mujeres de escasos recursos dejen las relaciones violentas e insatisfactorias.
En cuanto al aislamiento de la mujer “Causa y consecuencia de la violencia doméstica”, es de interés señalar que las sociedades en las que la familia y la comunidad sienten la obligación y el derecho de intervenir en asuntos familiares de carácter “Privado”, tienen índices de violencia menores a los de las sociedades con culturas que consideran que lo que pasa entre la pareja no tiene por que ser del escrutinio público.
4. Factores del Microsistema.

Se refiere a un conjunto de valores y creencias de las personas que incluye; la noción que establece que “Un verdadero hombre” es dominante, rudo y mantiene el honor;
roles de género rígidos y definidos según los cuales la mujer debe ser pasiva y sumisa y el hombre controlador y agresivo; la sensación de que se tiene el derecho de propiedad sobre la mujer; la aceptación social del castigo físico hacia las mujeres y la ética cultural que acepta la violencia como una forma de solucionar los desacuerdos.

INTRODUCCION



Hoy en día es un hecho sólidamente establecido que cualquier individuo, desde que nace, tiene un riesgo mucho más elevado de sufrir diversos tipos de violencia y abuso, incluyendo la muerte, en su hogar que en las calles. Igualmente importante es el hecho de que la violencia familiar tenga una incidencia que supera, en mucho, la de cualquier otro tipo de delito.

Estos hechos, a pesar de que han formado parte de la experiencia y el conocimiento común de los seres humanos desde tiempos inmemorables, no se consolidaron como conocimientos adquiridos mediante procedimientos científicos sino a partir de los años setenta del siglo XX.3 Incluso, antes de 1970 no se hablaba de violencia en las familias a pesar de que había estudios sobre las formas en que éstas enfrentaban sus problemas o sobre género y poder.

A partir de entonces, diversos estudios han permitido visualizar la violencia en las familias como un hecho histórico presente en todas las culturas, que no sólo abarca a los niños y las mujeres sino también a los hermanos, las parejas no unidas, los ancianos o los integrantes más débiles o discapacitados. La investigación etnográfica, por su parte, ha revelado que la violencia familiar ha estado presente en la mayoría de las sociedades no occidentales.

Dos elementos centrales contribuyeron a que pudiera construirse el concepto de violencia familiar. Por un lado, los hallazgos que llevaron a desarrollar el llamado “síndrome del niño golpeado”, realizados por el doctor Kempe y un grupo de colegas durante la década de los años sesenta y, por otro, la persistente demanda por parte del movimiento feminista de hacer visible la violencia contra las mujeres y colocarla como un asunto público de la mayor importancia.

En términos generales, los primeros estudios que se realizaron durante la década de los años setenta permitieron desterrar dos mitos importantes: 1) que la violencia familiar era un problema raro que ocurría sólo en unas cuantas familias, y 2) que era producto de los trastornos psicopatológicos de los sujetos que la ejercían. Los estudios mostraron, por el contrario, que era un problema ampliamente difundido y que lejos de situarse como un asunto anormal o patológico, podía más bien explicarse como un patrón de conducta normal desde el punto de vista estadístico, que era respaldado por los valores culturales y estereotipos que reforzaban las jerarquías de género y edad.





VIOLENCIA


 La palabra violencia proviene del latín “Violentia”, mismo que es definido por el diccionario de la Real Academia como: “Acción violenta o contra el natural modo de ser”. A su vez violento vendría a significar “Que está fuera de su natural estado, que obra con ímpetu y fuerza”.
 Es importante hacer notar que en el ser humano existen dos tipos de violencia, mismos muy bien definidos por el psicoanalista Alemán Erick Fromm, en su libro “Anatomía de la destructividad Humana”: 


·         Agresión defensiva: La comparte con todos los animales, es un tipo de impulso genéticamente definido para luchar o huir cuando están amenazados intereses que le son vitales. Está al servicio de la sobrevivencia, es biológicamente adaptativa y cesa cuando concluye la amenaza.
·         Agresión maligna: La crueldad y la destructividad son exclusivas de la especie humana. No están programadas genéticamente, ni son biológicamente adaptativas.


 Al buscarle una explicación al fenómeno de la violencia, en la mayoría de las ocasiones se forman dos grandes grupos explicativos:



·         La violencia es parte constitutiva de las personas, parte de la “naturaleza humana”.
·         La violencia es vista como producto del aprendizaje social. Siendo que la persona es producto de su medio, brindándole un papel activo, más aún si tomamos en consideración que las personas crean y viven en una cultura que se va construyendo, que lo va formando.

 La cultura en que vivimos se identifica por ser un sistema de poderes de uno sobre otros, y no es que exista sólo un poder como tal, lo que existen son diferentes maneras de ejecutarlo sobre otros más débiles y dóciles.
Ejercer el poder es tener la posibilidad de decidir e intervenir en la vida de los otros con hechos que obliguen, prohíban o impidan que otras personas hagan uso de sus libertades, derechos y poderes.


La violencia Intrafamiliar

Es definida como: “Acción u omisión, directa o indirecta, ejercida contra un pariente por consanguinidad, afinidad o adopción hasta tercer grado inclusive, por vínculo jurídico o de hecho o por una relación de guarda, tutela o curatela y que produzca como consecuencia, el menoscabo de su integridad física, sexual psicológica o patrimonial. El vínculo por afinidad subsistirá aun cuando haya finalizado la relación que lo originó”
De una manera más sencilla es posible indicar que la violencia Intrafamiliar es aquella que acontece dentro del grupo familiar (sanguíneo, jurídico o por afinidad).

Pero que es una familia?
Tradicionalmente se ha definido el término “familia”, como:
• “Conjunto de personas que comparten lazos consanguíneos”.
• “Conjunto de personas de la misma sangre”.2
• “Conjunto de personas relacionadas entre sí por lazos de parentesco, que viven juntas bajo la autoridad de una de ellas”.3

Hoy esta concepción es mucho más extensa, logrando inclusive incluir, relaciones que se instauran entre individuos que conviven, aún sin tener vínculos consanguíneos o legales.
La Asociación Americana de Psicología en el año 1996 expone que se ha comprobado que la violencia tiene mecanismos y efectos similares cuando acontece en cualquiera de las siguientes relaciones familiares:

• Familias tradicionales
• Familias extensas
• Familias conformadas por parejas que tienen hijos de una relación anterior y conviven todos en una sola casa
• Parejas en unión libre
• Familias por elección, (individuos que no se relacionan por vínculos sanguíneos pero han asumido un rol de familiares)
• Familias sin hijos
• Familias gay o lesbianas
• Familias sin padres formadas sólo por hermanos.
• Familias conformadas solamente por uno de los padres.
• Familias con hijos de madres solteras.

La violencia Intrafamiliar vendría a constituirse como un conjunto de conductas aprendidas, que en la mayoría de los casos desencadenan en agresiones de tipo verbal, físicas, o bien la amenaza de éstas, de igual manera puede contener agresión psicológica reiterada, abuso sexual, aislamiento, castigo, amenazas y hasta limitaciones económicas.
Las personas que tienen una asignación menor de poder con respecto a los otros son los más vulnerables a ser afectadas por este tipo de violencia.
La desigualdad de poder dentro del grupo, está determinado por la edad y el género; de ésta manera se precisan tres grupos primordialmente sensibles que son los más afectados por la violencia doméstica: personas menores de edad, mujeres y adultos mayores.

VIOLENCIA INTRAFAMILIAR CONTRA PERSONAS MENORES DE EDAD

Tipos:
1. Abuso físico:

Presencia de lesiones físicas.
La agresión física se da cuando una persona que está en una relación de poder con una persona menor de edad, le provoca daño físico no accidental provocando lesiones internas, externas o ambas.
La agresión comúnmente se presente en escenas de gran tensión, que hacen que toda la furia y frustración del agresor se deposite en la figura y cuerpo de la persona menor de edad. Los abusadores, a menudo, también tienen muy poca capacidad de controlar sus impulsos, lo cual evita que piensen en las consecuencias de sus actos.
Las lesiones más comunes son: Contusiones, hematomas, quemaduras, mordiscos, raspaduras, desgarros, síndrome del latigazo, daños en los órganos internos, fracturas.
2. Abuso por descuido:

Se define principalmente por la negligencia
Encierra acciones u omisiones de los padres o cuidadores. Ocurre cuando la persona o personas que tienen a su cargo la guarda y crianza de una persona menor de edad, no satisfacen sus necesidades básicas teniendo la posibilidad de hacerlo. Este abuso despoja a la persona menor de edad de amparo, alimentación, atenciones higiénicas, vestimenta, enseñanza, atención médica, supervisión o le deja en total estado de abandono.
Síntomas principales: Desnutrición en sus diversas etapas, enfermedades a repetición
lesión por accidentes, presentación personal descuidada, deserción escolar, deambulación, inserción laboral temprana.
3. Abuso emocional:

Su particularidad es la intencionalidad de hacer daño en la esfera psicológica.
Consiste en la “ acción u omisión directa o indirecta, destinada a controlar o degradar las acciones, comportamientos, creencias y decisiones de personas menores de edad, por medio de intimidación, manipulación, amenaza, directa o indirecta, humillación aislamiento o cualquier otra conducta que implique un perjuicio en la salud psicológica, la autodeterminación o el desarrollo personal”.
Se incluye la falta de afecto por parte de los padres o tutores, lo cual provoca sentimientos en la persona menor de edad de que no es deseado, querido o aceptado.
Como manifestaciones del abuso psicológico tenemos:
·         Abuso verbal: Rebajar, insultar, ridiculizar, humillar.
• Intimidación: Asustar con miradas, gestos o gritos, lanzar y/o destruir objetos en presencia de la víctima.
• Amenazas: De causar daño, de muerte, de suicidio, de irse de la casa.
• Aislamiento: Control excesivo de la vida de la persona menor de edad, mediante vigilancia constante de sus actos y movimiento, no dejarle tener amistades, no dejarle salir de la casa.

4. Abuso Sexual:

Su particular característica es la gratificación sexual por parte del perpetrador.
Es todo acto en el que una persona en una relación de poder envuelve a una persona menor de edad en actividades de contenido sexual que favorece su victimización y en la que el ofensor obtiene gratificación de índole sexual. Engloba: Corrupción de menores, acoso sexual, caricias, sexo oral, violación, relaciones sexuales, exposición y/o intervención en pornografía.
Otra definición sería: “Cualquier clase de placer sexual con un niño por parte de un adulto desde una posición de poder o autoridad. No es necesario que exista un contacto físico (en forma de penetración o tocamientos) para considerar que existe abuso sino que puede utilizarse al niño como objeto de estimulación sexual, se incluye aquí el incesto, la violación, la vejación sexual (tocamiento/manoseo a un niño con o sin ropa, alentar, forzar o permitir a un niño que toque de manera inapropiada al adulto) y el abuso sexual sin contacto físico (seducción verbal, solicitud indecente, exposición de órganos sexuales a un niño para obtener gratificación sexual, realización del acto sexual en presencia de un menor, masturbación en presencia de un niño, pornografía...)”
Síntomas más comunes: desconfianza, depresión, enojo, aislamiento, desórdenes alimenticios, desórdenes en el sueño. conducta sexual explícita, juego y conocimientos inapropiados para su edad, relaciones hostiles y distantes, problemas alimenticios.
En la mayoría de nuestras culturas se han creado mitos o falsas explicaciones que promueven el maltrato de personas menores de edad; con lo cual se justifica, facilita y se le da significado a conductas agresivas.
Algunas de éstas son:
·         Es normal que se considere que las personas menores de edad necesitan ser corregidos (para lo cual es válido cualquier método empleado). Muchas veces son considerados como seres inferiores, sin control de sus impulsos.
·         Se espera obediencia por parte de las personas menores de edad.
·         Se ha creado una diferencia entre castigo y maltrato, estableciéndose diferencia entre los que castigan (se hace con cierta “suavidad”, aunque hay que ser firme y duro) y los que maltratan (los que se les pasa la mano).

Existen varios aspectos que tienen que ver con la vulnerabilización de las personas menores de edad y que faciliten se dé el abuso:
·         La falta de divulgación a las personas menores de edad sobre sus derechos, y las maneras de hacerle frente a hechos abusivos.
·         Hay falta conocimiento sobre cuales son los primeros síntomas que puede presentar una persona menor de edad que está siendo víctima de abuso.
·         La mayoría de las personas adultas, al conocer sobre un hecho abusivo, piensan que es una historia producto de la imaginación de las víctimas, no se les cree.
·         Existe falta de capacitación entre funcionarios que deben tramitar este tipo de casos.
·         La dificultad para expresar sentimientos en el período de la niñez lo que provoca angustia y dolor.
·         Carencia de programas que brinden apoyo y ayuda a las personas menores de edad que enfrentan esta problemática.

VIOLENCIA INTRAFAMILIAR CONTRA LAS MUJERES.
Es definida como cualquier acto u omisión por el cual se presentan episodios agresivos de tipo físico, psicológico, sexual y/o patrimonial llevados a cabo por una persona del grupo familiar con la que se mantiene una relación sentimental, de confianza y/o amorosa y toda derivación que resulte de tales relaciones que produzcan a la postre un abismo entre la igualdad de derechos entre hombres y mujeres, entre los derechos y las libertades.
Socialmente se ha reforzado el pensamiento de que las mujeres son ciudadanas de segundo orden, seres débiles, e inferiores; mientras que los hombres son vistos como fuertes, dueños de la verdad y que por mandato social se les ha adjudicado el rol de protector y salvador del llamado sexo débil (las mujeres) que en última instancia es el encargado de guiarlas y sobre todo les brinde seguridad.
Es así como tanto hombres y mujeres hacen propios estos códigos sociales, grabándose en el inconsciente colectivo que las mujeres deben respetar y someterse a los hombres, y en el caso de los masculinos, visualizarlas como seres necesitadas de ayuda y subordinadas a sus mandatos, deseos y exigencias.
Resumiendo: Desde el momento de nuestro nacimiento, nos constituimos en seres sociales, poco a poco y por medio de la familia, la educación, la religión, vamos introyectando conjuntos de normas, creencias pertenecientes al grupo social del cual formamos parte.
Es normal el uso de la fuerza en la resolución de conflictos, creencias que de manera inconsciente se depositan en la mayoría de las personas,, por esto el agresor emplea la fuerza física para conservar el poder y el control sobre la mujer, porque ha sido educado de manera que vea que la violencia es segura para alcanzar el objetivo deseado: el control pleno sobre las mujeres.



Tipos de violencia contra las mujeres:
1.    Abuso Físico

2. Abuso Emocional
3. Abuso Sexual
4. Abuso Patrimonial

LA DINÁMICA DE LA VIOLENCIA INTRAFAMILIAR.
El ciclo de la violencia:
En 1979 Lenore Walker, - psicóloga norteamericana- utilizando el modelo de la teoría del aprendizaje social de la desesperanza e indefensión aprendidas, realiza un estudio sobre la violencia intrafamiliar; parte de su investigación se basó en darle explicación a la interrogante del ¿Por qué a las mujeres en situación de violencia no les es factible pensar sobre expectativas reales de ayuda?. Llegó a la conclusión, que al ser aisladas y golpeadas, optan por cambiar los hechos, con un relativo éxito traducido en la minimización de la violencia, pero pasado un tiempo este control empezaba a reducir y la violencia regresaba.
Básicamente ella formula una teoría en la que se explica que la violencia intrafamiliar posee varias fases o etapas; reconoció que las mujeres agredidas no están constantemente siendo lesionadas, ni ésta es lastimada por casualidad.
La violencia Intrafamiliar no es azarosa ni aislada, sino que obedece a un patrón cíclico con etapas que se repiten consecutivamente a lo largo de la relación.
Leonore Walker identificó un ciclo definido en el agresor de acumulación de tensión, seguido de un episodio de explosión, que acaba en la mayoría de las veces con un episodio de tregua amorosa.
Los ciclos de la agresión pueden empezar a manifestarse tanto durante el noviazgo como también en el matrimonio, al inicio de la relación o bien, muchos años después.
Una de las particularidades primordiales de la conducta violenta es su capacidad de originar respuestas de miedo y desamparo que facilitan su reproducción, por lo que el ciclo se "nutre" a sí mismo. Es bastante difícil definir claramente su principio y frecuentemente no acaba hasta que alguien muere o es terriblemente agredido.
FASES DEL CICLO DE LA VIOLENCIA

II Etapa de aumento de tensión:
Es conocida como la etapa en la cual se presentan los eventos menores de agresión, las víctimas no están en la capacidad de juzgar lo que le está sucediendo. La energía mental es dirigida a contener la situación, o sea que los hechos violentos no aumenten sus niveles de agresividad, se busca impedir el caer a la siguiente fase, la de explosión violenta. Rebuscan formas para sobrevivir a la ofensa, al pánico, a los ultrajes. La prioridad en esta fase es la utilización de mecanismos como la negación, la racionalización y la minimización. La mujer tiende a sentirse responsable y justifica la conducta del ofensor, la víctima intenta modificar su conducta con tal de agradar y no molestar al agresor.
Con el paso del tiempo, las mujeres violentadas visualizan que los incidentes menores de agresión se van transformando en ataques más fuertes y que las estrategias de sobrevivencia que venían efectuando ya no cumplen su objetivo; presienten que hechos más violentos se acercan, se siente impotente para evitarla.
Es normal que estas mujeres que han sido víctimas traten de impedir al agresor para no provocar una descarga violenta.

II. Episodio agudo de agresión:

Esta fase se caracteriza por una fuerte e incontrolable descarga de violencia tanto física como emocional. El ofensor pierde totalmente el control de sus impulsos y pasa a la acción. Este episodio difiere a los otros en el grado de destructividad que es muy alto. En sí, lo que el agresor hace es descargar las tensiones acumuladas.
El ofensor cegado por la cólera, está totalmente convencido de que debe someter a su víctima. La mayoría de las ocasiones se excusa que su propósito no era dañarla, siendo que en realidad la agredida queda seriamente lesionada tanto física como emocionalmente.
Las víctimas desarrollan la capacidad de presentir la aproximación de esta etapa; su espera consigue transformarse en un martirio, depositándole gran cantidad de angustia, depresión y síntomas psicosomáticos, así como también problemas del sueño, alimenticios, fatiga.
Características:

·         Son incapaces de huir, pues se sienten aprisionadas.
·         En su mayoría no poseen ninguna posibilidad de resistirse, sólo tratan de no provocar más al ofensor y esperan a que pase la explosión.
·         Se da la disociación, ya que sentir se traduce en dolor.
·         No logra entender lo que le sucede, por lo que busca explicaciones, definiéndose como la culpable de que tales hechos se den.
·         Una vez que concluye el periodo agudo de agresión o explosión violenta, en las víctimas se presenta una especia de confusión mental que puede durar entre un día o dos, lapso durante el cual la persona se aísla, padece de depresiones, se siente impotente, desamparada, utiliza mecanismo de defensa psicológicos tales como la negación, el aislamiento.
·         Se presenta la posibilidad de que la agredida atente contra su vida o contra la del agresor.
·         Este es un momento clave para que la mujer denuncie o bien tome medidas para alejarse del agresor.





III. Tregua amorosa o reconciliación, también denominada de “Luna de Miel”:

Esta última fase se caracteriza por ser un periodo de paz, en el cual es frecuente una conducta afectuosa y de remordimiento por parte del agresor. Es un espacio de calma, no violento, de muestras de amor y cariño.
El victimario sabe que se excedió, por lo cual teme quedarse solo, que lo dejen, ante lo cual elegirá recuperar a la víctima y le ofrece que va a cambiar y que la agresión pasada fue un hecho aislado. El agresor niega que va a comportarse de nuevo violento, poner pretextos, se disculpa y prometer que no va a volver a suceder.
Cuando la violencia continúa, las mujeres aprenden a esperarla. En muchas parejas el periodo de serenidad se hace cada vez más fugaz. Como la voluntad de la mujer se ha agrietado, el mando del hombre sobre ella se hace tan perfecto que él ya no se ve en la necesidad de ofrendarle cosa alguna.
Quizá uno de los problemas más serios es que se instaura una dinámica perenne en la que el agresor arregla la situación con sólo prometer cambiar, al contrario de la víctima que debe comprometer su vida.
Es bastante común –si la víctima no se encuentra lo suficientemente empoderada- que cualquier decisión que se tomará para finiquitar la historia de agresión, quede sin efecto, ya que la víctima llega a creerle al agresor sus promesas de cambio.

 

PORQUÉ LAS MUJERES PERMANECEN EN UNA RELACIÓN DE ESTE TIPO  


Por varios motivos:
·         Subordinación económica: Muchas veces, el único ingreso económico de la familia, proviene del agresor, ante lo cual la víctima teme perder el sustento de sus hijos y el propio.
“Unión familiar”: Existe la creencia errónea que los hijos deben desarrollarse en compañía de ambos padres, aún si este vínculo es enfermizo.
Religión: Se da una fuerte presión por parte de las autoridades religiosas con el objetivo de mantener la familia unida.
Grupo Familiar: La presión por parte de los familiares para mantener la familia unida.
Temor: La víctima experimenta temor de pensar que sola no podrá ver por sus hijos. Existe una fuerte dependencia psicológica hacia el agresor.
“Puedo hacer algo por él”: Se maneja la esperanza de que el agresor va a cambiar, la víctima considera que debe acompañarlo en este proceso.
Intimidación: Es normal que el agresor manipule a la víctima amenazándola con suicidarse si lo deja o denuncia. También las intimidaciones pueden dirigirse a los hijos u otros familiares.
Negación: Psicológicamente se aplica el mecanismo de defensa llamado negación, mismo que consiste en no mirar la realidad tal y cual se manifiesta.
Amor: La víctima todavía experimenta sentimientos positivos de amor hacia el agresor, los cuales son reforzados en la etapa de “luna de miel”.
Exigencia: Considera que esa es su “cruz” y debe continuar con el agresor.
Culpabilidad: La víctima ha hecho suya la idea de que ella es la única culpable de toda la situación.
·         Vergüenza: La víctima experimenta la sensación de que solamente a ella le sucede este tipo de situaciones. No desea que nadie –ni su familia- se entere de lo que está aconteciendo en su casa.





POBLACION
Nuestras intervenciones son dirigidas a los niños de seis a doce años de edad ya que son estos los que están más expuestos a la violencia ya que  los índices de maltrato parecen aumentar en el escolar que son de los 6 a los 11 años. 3 de cada 4 casos en donde los niños resultan heridos por maltrato los padres biológicos son los culpables.
Casi la mitad de los abusos sexuales es  realizada por alguien cercano, como el padre o una persona responsable de cuidar del niño,9 de cada 10 de estos culpables son hombres o muchachos
El maltrato por parte de los padres es un síntoma de perturbación extrema en la crianza de un hijo.
TEORÍA DE ALFRED ADLER

Nos basaremos en esta teoría ya que habla de dos estados o complejos muy importantes en el tema de violencia:
·         Complejo de inferioridad: considera la percepción de desarraigo que un individuo a cauda de haber padecido una infancia mala, plena de burlas, sufrimiento y rechazo.
·         Complejo de superioridad: el individuo trata de compensar, sus sufrimientos de inferioridad resaltando aquellas cualidades en las que sobresale.
Por ello es que las intervenciones estarán enfocas en que los niños aprendan a reconocer cuando están frente a situación de violencia y sepan como actuar sobre ello.
PROPUESTA DE INTERVENCIÓN

   Objetivo general:
Que los niños aprendan a reconocer y diferenciar los tipos violencia que se pueden presentar en su hogar y como ellos pueden ayudar  a mejorar este ambiente.     
Características: Los niños que sufren violencia en muchas ocasiones se manifiestan distraídos, aislados y presentan cambios de actitud, pero principalmente manifiestan señales de alerta, empiezan a ir mal en la escuela, se aíslan de sus amigos, no conviven con su familia, presentan falta de apetito.
En muchas ocasiones los papas no son capaces de poder captar esas señales de alerta, o en otros casos los niños quieren decirles a sus papas, pero ellos no le dan la confianza o simplemente no hay comunicación, esto impide que los niños se acerquen a ellos.
Es importante que los papas les brinden información a sus hijos acerca de, que es violencia, y como se manifiesta, ya que la familia es el núcleo de la sociedad y los padres son responsables de darles información a ellos dentro de la familia y es allí en donde se debe educar, pero también los padres deben de dar el ejemplo, pues los hijos solo reproducen lo que ven en casa.  

                                    
Objetivo: que los alumnos se conozcan y se relacionen para lograr una mejor convivencia. Además conocer lo que ellos ya sabe del tema.
 


HORAS
ESTRATEGIA GRUPAL
MATERIAL DIDACTICO
DESCRIBIR ACCIONES
EVALUACION
1 sesión: presentación de los participantes del taller y presentación del taller.

Duración: 2 hora
Telaraña
Papa caliente
Una bola de estambre
Una pelota de goma
Fichas blancas
Marcadores
Estampitas

1.-Sentar a todos en círculo.
2.-Pasar aleatoriamente la bola de estambre a quien le toca tendrá que decir su nombre y que le gusta hacer, se quedara con una punta del estambre y la pasara a los demás.
3.-Elaborar tarjetas con sus nombres.
4.-en el mismo circulo empezaremos a pasar la pelota diciendo que la papa se quema cuando se termine de hablar al que le quede la pelota tendrá que contestar ciertas preguntas, de este modo nos daremos cuenta que es lo que ya saben del tema.



Al final de la hora aleatoriamente preguntaremos nombres de sus compañeros para ver si la dinámica cumplió su objetivo.

Objetivo: fomentar la igualdad entre hombres y mujeres.

 

HORAS
ESTRATEGIA GRUPAL
MATERIAL DIDACTICO
DESCRIBIR ACCIONES
EVALUACION
2.-sesión: Equidad y Género.
Duración: 2 hora

temores y esperanzas
·         pizarra
·         marcadores
·         rota folios
·         plumines
1.-Los jóvenes formaran  equipos.
2.- En el papel rota folio elaboraran conceptos de hombre y mujer.
3.-Los equipos pasaran a exponer sus conceptos.
4.-Los jóvenes pasaran al pizarrón a escribir un temor y una esperanza.
5.-Daremos lectura a los temores y esperanzas, buscando que los compañeros compartan sus inquietudes.

Pasaran algunos jóvenes a compartir como siente siendo mujer o siendo hombre.










Objetivo: que los niños aprendan a diferenciar entre los diferentes tipos de violencia.
 

TEMA Y HORAS
ESTRATEGIA GRUPAL
MATERIAL DIDACTICO
DESCRIBIR ACCIONES
EVALUACION
3. Sesión: definición y tipos de violencia
Duración: 1 horas.
Teatro guiñol
·         cajas para hacer el teatro
·         títeres
·         guiones de obra de teatro
·         tela para colocar el telón.
1.-colocar el teatro.
2. sentar a los niños enfrente del teatro.
3.- empezar la obra de teatro.
4.- al culminar la obra se les dará una breve explicación de los principales conceptos.

Aplicar un cuestionario sobre los temas abordados.

Objetivo: aumentar la autoestima en los jóvenes. Esto será útil para empezar a formar el complejo de superioridad y de inferioridad.
 

HORAS
ESTRATEGIA GRUPAL
MATERIAL DIDACTICO
DESCRIBIR ACCIONES
EVALUACION
4.-sesión: Autoestima.

Duración: 2 hora
1.- Regalo de alegría

2.- Temores y esperanzas
·         Fichas
·         Colores
·         Marcadores
·         Brillantina
·         Estampitas
·         Buzón de tarjetas
·         Pizarra
·         marcadores

1.- Repartir el material entre el grupo.
2.-rifar los nombres entre ellos de tal manera que a todos les toque.
3.- Pedirles que elaboren una tarjeta para la persona que les toco, con las virtudes y sentimientos positivos asía ella.
4.- Las tarjetas serán depositadas en el buzón.
5.- Las tarjetas serán repartidas  y daremos lecturas algunas tarjetas.
6.-Daremos 15 minutos para que los jóvenes que quieran compartir experiencias.
7.-que los participantes se agrupen en equipo.
8.-que escriban sus temores en una ficha y en el otro lado sus esperanzas
9.- los participantes compartirán sus tarjetas.

Que algunos de los participantes pase a decir su experiencia como se siente ahora y como se sentía antes.