lunes, 30 de enero de 2012

LAS FASES DEL CAMBIO



Todos pasamos por las mismas etapas a la hora de realizar el cambio (Prochaska y DiClemente, 1982), las cuales son: precontemplación, contemplación, determinación, acción, mantenimiento y recaída. Una descripción coloquial de las diferentes fases del proceso podría ser:

Precontemplación: La persona no tiene todavía ni idea de que tiene un problema, y menos aún de que va a tener que intentar resolverlo. Como para ir a ver a un terapeuta. La persona sabe que tiene un problema, pero no es consciente de él.

Contemplación: Un importante avance. Ya sabe que tiene un problema, ya es consciente de él, pero se dice que está ambivalente: Considera y rechaza el cambio a la vez. Tan a la vez que tan pronto habla de las razones para cambiar como para quedarse como está.

Determinación: Un "fugaz" momento en el que se ilumina la bombillita y resuelve la ambivalencia por el lado del cambio. Se decide a hacer algo, que no es lo mismo que hacerlo de verdad.
Acción: Aquí ya está decidido a cambiar y da los pasos necesarios en esa dirección. Cuando la persona llega a la fase de acción y da los pasos para producir un cambio puede hacer dos cosas: Recaer o mantenerse. Estas son, obviamente, las dos fases que faltan.
Mantenimiento: Se esfuerza por no perder lo que ha conseguido en la fase de acción. Supone un trabajo considerable, porque la tarea fundamental es prevenir la recaída.
Recaída: Cuando no mantiene los logros conseguidos. ¿Qué pasa? Pues que se vuelve a iniciar la rueda, probablemente desde la fase de contemplación.
Brown (1997), explica en su modelo que las recaídas son una parte normal del proceso en el que una mujer puede separarse y regresar con su agresor en numerosas ocasiones como una manera de probarse a sí misma en condiciones de independencia. Este punto es importante ya que tanto el personal de salud como familiares de la mujer maltratada pueden sentirse frustrados(as) y negarle ayuda, si ella decide regresar con su pareja. Por otro lado Brown, ha notado que aún permaneciendo en la relación, la mujer puede lograr cambios, siempre y cuando reciba el apoyo necesario.

EL PAPEL DEL PERSONAL DE SALUD.

El presente programa tiene la finalidad de combatir la violencia intrafamiliar.
Este “Silencio Social” en el que pareciera haber un acuerdo tácito entre las mujeres violentadas y el resto de la sociedad para no hablar del tema, que se manifiesta en el ámbito de la salud de tres maneras:
1.- Que la paciente sea incapaz o reticente para pedir ayuda médica.
2.- Que le oculte información al personal de salud.
3.- Que el personal de salud no haga preguntas relacionadas con el problema.
La mujer maltratada no siempre logra emprender el camino a la recuperación por si misma, es necesario que el personal de salud comprenda la importancia de su intervención y rompa con el silencio social. Por otro lado, se pretende se reconozca el problema de la violencia como un problema de salud pública y que se den cuenta de que dichos espacios son ideales para la detección de estos casos, ya que tarde o
temprano las mujeres acuden a consulta por una u otra razón. Por otro lado, se busca que el registro adecuado de casos de violencia sirva para demostrar a las autoridades gubernamentales la magnitud del problema y que se tomen acciones al respecto. Por último, consideramos que el verdadero valor de la asistencia reside en el impacto que tendrá en la calidad de vida de las víctimas.

FACTORES QUE OBSTACULIZAN LA ATENCIÓN INTEGRAL DE LA VIOLENCIA INTRAFAMILIAR

 Desconocimiento de la violencia familiar como un grave problema de salud pública.
 No se le da la importancia que tiene en el sector salud en la detección, seguimiento, vigilancia y prevención de la violencia familiar.
 Sobre carga en la demanda en los servicios de salud por la escasez de tiempo para escuchar a la mujer.
 Temor de los prestadores de servicios de salud a ser confrontadas por los agresores y/o temor a declarar en instancias judiciales.


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